El clásico contraste de la solemnidad del traje con moñito y el humor desopilante que despliegan en el escenario se siente al entrar al teatro y recibir el programa, que tiene forma de moñito. El show con el que Les Luthiers dicen adiós a su público, hecho para la ocasión, está a la altura de los grandes espectáculos a los que estos humoristas nos acostumbraron a lo largo de seis décadas. Las risas y los aplausos arrancan al minuto uno y no cesan a lo largo de las casi dos horas que dura la presentación.
“Mas tropiezos de Mastropiero” fue escrito por Carlos López Puccio y Jorge Maronna, los dos miembros históricos que quedan del grupo creado en septiembre de 1967. Y en los diálogos y canciones que se despliegan en la puesta se puede percibir la identidad intacta de Les Luthiers; el humor de siempre, esa mezcla de absurdo, de equívocos y juegos de palabras. Acompañado, claro, por el virtuosismo musical que los caracterizó a lo largo de su extensa carrera.
Si bien el espíritu es el de siempre, con un humor elegante, que no apela a la burla ni a la ofensa, hay guiños a los tiempos que corren con alusiones a la temática de género y de la inclusión.
Y aunque se extrañan, irremediablemente, las presencias de Marcos Mundstock, Daniel Rabinovich y Carlos Núñez Cortés, los nuevos integrantes despliegan la más alta calidad en lo actoral, como músicos y como humoristas. Roberto Antier, Tomás Mayer-Wolf, Martín O’Connor y Horacio Tato Turano también están a la altura.
El espectáculo tienen como hilo conductor o columna vertebral la entrevista al personaje emblemático de Les Luthiers Johan Sebastian Mastropiero, al que por primera vez podemos escuchar hablar de sí mismo y de su obra, de la mano de O’Connor, que le puso rostro, voz y gestos. Y esta ocurrencia de poner sobre el escenario a este controversial músico, que une en sí mismo fama internacional y mediocridad, se percibe como un cierre redondo de la carrera humorístico musical del grupo.
Mastropiero apareció por primera vez en los shows de Les Luthiers en 1968, en un programa televisivo. Y desde entonces no abandonó más los escenarios y fue la excusa perfecta para las más variadas composiciones musicales.
El propio López Puccio, en entrevista con nuestro diario, admitió que “Más tropiezos de Mastropiero” termina siendo un elogio a su numen inspirador y a su propia carrera. Y es de esa manera que se experimenta el show desde la platea.
Claro que entre las risas que desatan cada remate, cada retrueque, cada despiste o desconcierto que viene del escenario, se filtra la nostalgia anticipada que provoca la certeza de la despedida.
Les Luthiers no se presentarán más en Tucumán. Hoy es la última función de su existencia en la provincia. Y eso causa tristeza, emoción, lágrimas, a la vez que un profundo agradecimiento por tanta alegría regalada.
Sorpresas y homenajes
En la mencionada entrevista de LA GACETA a López Puccio, este comentó que al momento de escribir el show tuvieron en cuenta, con Maronna, las virtudes y posibilidades de los nuevos integrantes, que en esta ocasión -a diferencia de las antologías que presentaron en los últimos años- no reemplazan a nadie. De modo que fue una sorpresa, más que agradable, el dúo y contrapunto de piano que hacen Antier (en personaje de profesor de música clásica) y Mayer-Wolf, como el alumno rebelde que ama el rock violento. Pasan de un ritmo a otro con enorme fluidez, se superponen en el teclado y terminan a cuatro manos en un derroche de virtuosismo.
Entremedio, y como homenaje o guiño a sus seguidores, el espectáculo incorpora dos cuadros del último show, “Lutherapia”, que había sido estrenado en 2008.
En distintos momentos del show aparecieron algunos de los instrumentos clásicos creados por Les Luthiers, como la guitarra dulce (hecha con dos latas de dulce de batata) y el órgano a pistones. Pero hacia el final del espectáculo llevaron a escena algunas de sus emblemáticas creaciones, todas juntas, a modo de homenaje anticipando el cierre. Allí se vieron el “Nomeolbidet” (hecho con tubos de PVC y un bidet); el “Bass-pipe a vara”, una especie de trombón, sobre un carrito, del que solía hacerse cargo Rabinovich; la “Manguelódica pneumática”, que es una melódica conectada a dos grandes globos de cotillón, y el “Bolarmonio”, hecho de pelotas de PVC, entre otras hilarantes muestras de talento y creatividad.
Antes del bis, el público estalló en aplausos cuando Antier anunció el “fuera de programa”, frase insignia de Mundstock. Los aplausos, claro, eran en su memoria.
El cierre fue magnífico, con una canción coral y luces a pleno en el escenario y un público, integrado por gente de todas las edades, aplaudiendo de pie.
Club LA GACETA
Los socios de Club LA GACETA van a tener promoción 2x1 para la última función de esta noche, hasta un cupo de 50 entradas (100 plateas).